Renuncia tras una gestión fallida para buscar diputación con Pueblo Soberano
Cindy Quesada, expresidenta ejecutiva del INAMU, dejó su cargo para aspirar a una diputación por Pueblo Soberano, partido señalado por su cercanía con el narcotráfico, el autoritarismo y el oportunismo político.
Su renuncia, lejos de ser un acto de responsabilidad, evidencia una búsqueda de fuero y ambición, tras una gestión marcada por el aumento de la violencia contra las mujeres y el despilfarro institucional.
Un legado de fracaso institucional
Durante su administración, el INAMU se hundió en la irrelevancia. Las cifras lo confirman:
- 90% de los costarricenses percibe un aumento en la violencia contra las mujeres (CIEP-UCR)
- 102 femicidios, más de 42.000 denuncias por delitos sexuales y 45.397 denuncias por violencia contra la mujer desde 2022
- Un incremento del 90% en asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas
Y mientras tanto, el proyecto estrella de su gestión —los Puntos Violeta— se convirtió en un símbolo del despilfarro:
₡540 millones gastados, menos de 100 casos atendidos en 15 meses, y 8 puntos que no atendieron ni un solo caso.
Del feminismo institucional al cálculo político
Lo más grave es su salto político: pasa de dirigir una institución clave para los derechos de las mujeres a buscar un curul de la mano del narco partido Pueblo Soberano, liderado por figuras cercanas al poder presidencial, acusadas de censura, populismo punitivo y cercanía con redes criminales.
Cindy Quesada no solo deja el INAMU con saldo rojo. También abandona el discurso feminista para aliarse con quienes redujeron presupuestos, bloquearon políticas de igualdad y protegieron a acosadores desde el poder.
¿Qué puede aportar al Congreso alguien que fracasó al frente del INAMU?
El disfraz del empoderamiento
Su candidatura busca capitalizar una imagen de “mujer fuerte”, pero detrás del marketing hay una realidad incómoda: cero resultados, cero transformaciones, cero autocrítica. Una mujer que pudo haber sido referente, terminó siendo parte del problema.
En vez de empoderar a otras, Cindy Quesada se empodera a sí misma. Y lo hace con la bendición de un partido cuya ética es, como mínimo, cuestionable.












