El exministro afirmó haber sido exonerado por un tribunal, pero el expediente revela otra historia.
La narrativa de víctima que intenta sostener el exministro del MOPT, Mauricio Batalla, se desmorona ante la verdad jurídica. A través de una publicación en sus redes sociales, Batalla aseguró que los tribunales lo declararon inocente de todo cargo en un proceso judicial de su pasado. Sin embargo, esa afirmación es falsa.
El caso, tramitado bajo el expediente judicial #22-000681-0994-PE, está relacionado con presuntos abusos sexuales y fue interpuesto por una mujer vecina de Tres Ríos de Cartago, identificada como Leda Melissa Quesada Sánchez. Según consta en los registros judiciales, la causa fue archivada a solicitud de la propia denunciante, lo que significa que no hubo resolución de fondo ni declaración de inocencia por parte de los tribunales.
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Es decir, Mauricio Batalla no fue absuelto por un juez, sino que el caso no se investigó a fondo por decisión de la víctima, una diferencia sustancial que desmiente de forma contundente la versión que el exjerarca pretende imponer ante la opinión pública.
Batalla había intentado presentarse como la figura idónea para heredar el proyecto político de Rodrigo Chaves, incluso renunció al gobierno con la esperanza de convertirse en el nuevo rostro del chavismo costarricense rumbo a las elecciones de 2026. Pero tras la filtración del expediente y el peso de su pasado, optó por retirarse de la política culpando al Poder Judicial, a la prensa y a un supuesto “estado oscuro” de querer destruirlo.
“No tengo pruebas, pero tampoco dudas”, dijo Batalla, en una frase que pasó de burla a confesión de su propia debilidad argumentativa.
Lejos de asumir con transparencia lo sucedido, Batalla eligió la ruta del ataque institucional, reflejando el estilo característico del oficialismo: cuando la verdad incomoda, se ataca al sistema democrático.
Este nuevo giro confirma lo que desde hace tiempo se percibía: el proyecto chavista no busca continuidad democrática, sino blindaje para sus figuras cuestionadas. Y aunque Batalla ahora pretenda “contribuir desde otra trinchera”, la pregunta queda en el aire: ¿puede alguien que manipula la verdad aspirar a liderar una nación?
