Fotos íntimas con sus hijos y su mascota abren un nuevo debate sobre la ética y el juicio del comunicador cercano al chavismo.
El periodista Camilo Rodríguez, conocido por su defensa pública del presidente Rodrigo Chaves, se encuentra en el centro de una fuerte controversia tras la filtración de varias fotografías íntimas que lo muestran en situaciones comprometedoras con menores de edad y con su mascota.
En una de las imágenes más difundidas, Rodríguez aparece completamente desnudo en lo que parece ser su hogar, cargando a una niña sobre sus hombros mientras un niño —también sin ropa— se encuentra junto a él. Otras fotografías lo muestran recostado en su cama, sin ropa visible, acariciando a su perro en una escena íntima que ha causado amplio debate en redes sociales y en círculos profesionales.
El periodista afirma que las imágenes son montajes, pero un análisis técnico confirma que son auténticas. Su exesposa lo había denunciado por abuso sexual contra sus hijos.
Frente a las críticas, Rodríguez declaró que las imágenes son producto de montajes digitales. Sin embargo, Radio Zurqui sometió las fotografías a un análisis técnico especializado, el cual determinó que no presentan edición, montaje, superposición ni alteraciones digitales. La iluminación, las sombras, la perspectiva y los reflejos confirman que las imágenes son auténticas.
Una denuncia del pasado que cobra relevancia
Este episodio revive un antecedente particularmente delicado: la exesposa de Camilo Rodríguez lo denunció por presunto abuso sexual contra sus hijos menores de edad. Aunque el caso no prosperó judicialmente, la denuncia fue formalmente presentada y consta en los registros. Las nuevas imágenes, y especialmente el intento de desmentido sin sustento técnico, han generado una ola de cuestionamientos públicos sobre el historial del comunicador.
¿Figura pública sin responsabilidad?
Camilo Rodríguez ha sido una voz activa en respaldo al oficialismo y en ataque a medios independientes y al poder judicial. Su rol como periodista lo ha colocado en una posición de influencia, pero estos hechos ponen en duda su credibilidad y su ética profesional, especialmente por tratarse de un comunicador que participa abiertamente en la discusión pública.
La exposición de menores en las condiciones captadas, sumada a la cercanía con el poder político y la negativa inicial a reconocer los hechos, debilita severamente su autoridad moral y lo deja bajo un escrutinio inevitable.












