Rodrigo Chaves: el perfil psicológico de un poder peligrosamente personalista

Rodrigo Chaves y el narcisismo de poder: una amenaza institucional

Rasgos de narcisismo malévolo emergen en el comportamiento del presidente costarricense, alertando sobre los riesgos democráticos de su estilo de liderazgo.

El presidente Rodrigo Chaves Robles muestra un patrón de comportamiento que, analizado desde la psicología política, refleja características propias de un narcisista malévolo, uno de los perfiles más destructivos en el ejercicio del poder. Con rasgos que combinan egocentrismo extremo, manipulación calculada, ausencia de empatía y una clara obsesión por el control absoluto, Chaves ha consolidado un estilo de gobierno que erosiona día con día los fundamentos democráticos del país.

Lejos de tratarse de una simple postura autoritaria, el mandatario costarricense construye su liderazgo en torno a una figura mesiánica que exige lealtad ciega, castiga la crítica, y utiliza la desinformación como arma de Estado.

Encanto superficial, manipulación profunda

Desde su campaña electoral, Chaves se presentó como una figura “distinta”, alejada del sistema tradicional, con un discurso que mezclaba agresividad con aparente autenticidad. Sin embargo, ese supuesto “encanto disruptivo” pronto mutó en un estilo agresivo y controlador, donde la crítica se castiga, la prensa se ataca y la ciudadanía se divide entre “aliados” y “enemigos”.

Tal como lo describen expertos en salud mental, el narcisista malévolo no solo busca el poder: lo necesita para reafirmar su visión distorsionada de sí mismo. En ese proceso, no duda en aplastar a quien se interponga.

Cinco signos preocupantes en el comportamiento presidencial
  1. Egocentrismo extremo
    Chaves habla de sí mismo como la única salvación del país. Se presenta como víctima constante y héroe necesario, al mejor estilo de los caudillos populistas.
  2. Crueldad calculada y venganza fría
    La humillación de opositores, funcionarios y periodistas no es accidental: responde a una lógica de castigo y advertencia pública.
  3. Obsesión con el control
    Busca dominar medios, redes sociales, instituciones autónomas y hasta la narrativa nacional, persiguiendo a quien se atreva a cuestionarlo.
  4. Desinformación como herramienta
    Recurre a datos manipulados, narrativas falsas y “enemigos inventados” para justificar sus fracasos y consolidar su imagen de mártir.
  5. Ausencia de empatía
    Nunca se ha escuchado un gesto genuino de perdón o autocrítica. El sufrimiento social se trivializa si no favorece su agenda política.
¿Hasta dónde puede escalar este perfil de liderazgo?

Si el país no establece límites institucionales y democráticos claros, el avance de un perfil narcisista y vengativo en la presidencia puede derivar en formas cada vez más abiertas de autoritarismo. El culto a la personalidad, la división social, el control mediático y el debilitamiento del Estado de Derecho son señales que ya están presentes.

Este no es un análisis psicológico improvisado: es una advertencia basada en patrones observables, que coinciden con manuales de conducta política autoritaria a lo largo de la historia.


 

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