Delator ayer, adulador hoy: la incoherencia de Juan Diego Castro
De cuestionar la casa de Chaves a pedir campo como su diputado: el oportunismo de un exministro sin principios.
Juan Diego Castro, abogado y exministro recordado por su estilo estridente y populista, ha vuelto a cambiar de piel. Quien en el pasado fue uno de los críticos más ácidos de Rodrigo Chaves, cuestionando incluso el origen del dinero con el que el hoy presidente compró su casa en Curridabat, ahora se presenta como su aliado y busca ser diputado aliado del chavismo.
En sus propias transmisiones, Castro llegó a insinuar lavado de dinero, hablando de “platas oscuras” en relación con la compra de la vivienda del mandatario. Llamaba a Chaves “impostor”, “peligro” y “amenaza populista”. Sin embargo, apenas unos años después, el personaje que exigía transparencia se arrodilla ante el poder, postulándose a diputado por el partido Compatriotas, un grupo cercano al círculo chavista.
Oportunismo en serie: del PLN a Zapote
Este no es el primer giro dramático en la carrera de Juan Diego Castro. En 2014, el mismo Castro se ofrecía como “soldado” de Johnny Araya, candidato del Partido Liberación Nacional, rogando por una “trinchera” desde la cual integrarse a su campaña. Esa grabación, hoy viral, retrata a un político sin ideología firme, dispuesto a servir a cualquiera con tal de figurar en el escenario.
Una denuncia por violencia familiar mancha su expediente
En medio de sus shows mediáticos, una denuncia por agresión interpuesta por su propia madre en los tribunales de Cartago reveló un costado mucho más preocupante del exministro. Aunque el proceso no prosperó judicialmente, la simple existencia del expediente y la naturaleza de la denuncia son alarmantes. Un hombre que predica orden y valores, pero que enfrenta acusaciones graves dentro de su propio hogar.
La escoba está sucia
Ahora, como símbolo de su nueva aventura electoral, porta una escoba, prometiendo “limpiar” la política costarricense. Pero los hechos lo contradicen: ha pasado de criticar a Chaves con rabia, a buscar un puesto bajo su ala, sin explicar por qué ese supuesto “peligro para la democracia” ya no lo es.
La pregunta es inevitable: ¿a qué intereses responde Juan Diego Castro hoy? ¿Cuántas veces más se transformará para seguir vigente? ¿Es esto lo que Costa Rica necesita en la Asamblea Legislativa?











