Por José Alberto Gatgens
Para la foto. Para las cámaras. Así se metió Rodrigo Chaves al agua para que lo grabaran repartiendo víveres a los damnificados de las inundaciones. Con un paquete de granos y otros alimentos envueltos en una bolsa plástica, Chaves preguntó a un señor afectado por las inundaciones qué pensaba si tiraba esos alimentos al río. El señor respondió que no, que eso sería un «pecado«. Chaves, triunfante ante la pírrica estrategia de entretenimiento comunicacional, remató: “Pues hay diputados diciendo que no le dé a la gente de Coto estas cosas…” mientras subía y bajaba el paquete de comida.
Este acto morboso es pornografía de pobreza, pues, en este caso, es un político lucrando con la imagen de una persona en una situación dramática. Sí, Chaves lucra para su imagen, para la foto. Es pura pose. ¿Tenía necesidad de salir en el video y en las fotos repartiendo «heroicamente» bultos de comida? No. ¿Tenía que usar la desgracia de un damnificado para lanzar una putrílaga mentira contra los diputados de oposición? Tampoco. ¿Puede el gobierno repartir comida y ayudar a la gente sin personalizar eso en el presidente? Por supuesto que sí. Pero para Chaves todo se debe y se puede con tal de conseguir likes y mantener felices a sus seguidores. Ese es el peor entretenimiento que podemos presenciar, y más ruin aún si proviene de alguien a quien los ciudadanos eligieron para que gobernara, no para que entretuviera de manera tan inmoral.
Esta miseria moral rompe cualquier récord olímpico. Chaves utiliza la desgracia ajena en su momento más vulnerable para propagar mentiras sobre sus «enemigos» políticos. Ningún diputado ha dicho o insinuado siquiera que se rechace la ayuda, que se boten alimentos o que se disminuya la atención.
Chaves usa la desgracia de las personas más vulnerables para hacer politiquería barata, sucia, indecente e inmoral. Usó a esa pobre gente en un momento de sufrimiento para salir en la foto, acercarse al micrófono y decir bien fuerte la mentira de que hay diputados opuestos a que llegue comida a los damnificados.
De esta manera, Chaves dejó al descubierto su hipocresía, su pequeñez y su inmundicia moral: es capaz de utilizar a cualquier pobre alma en sus peores horas como carnada para cámaras y micrófonos. Para Chaves, el fin justifica cualquier medio. A Chaves no le importa la gente; a Chaves le importa usar a la gente.
No importa la plata, los títulos ni los seguidores que pueda tener. Para mí, después de esta ruindad, Chaves es, apenas, un pobre diablo.
Esta opinión del señor José Alberto Gatgens, ha sido distribuida en diferentes grupos de WhatsApp y compartida en grupos de Facebook. En Radio Zurqui la hemos tomado (sin autorización del autor) porque refleja y expresa la molestia que no solamente nosotros sentimos ante la bajeza de Rodrigo Chaves. Más y más gente hoy repudia el actuar de una persona que está enferma de poder y desesperada porque sabe que su fin se acerca.