Fiscal de Cibercrimen o Fiscal del Drama
Entre lágrimas, manipulaciones y una pésima actuación, el fiscal intenta lavar su imagen usando a su propio hijo.
Esteban Aguilar Vargas, fiscal coordinador de la Unidad de Cibercrimen y hermano de Gabriel Aguilar, jefe de despacho de Rodrigo Chaves, reapareció en redes sociales con un video digno de un reality show barato. ¿El objetivo? Justificar la denuncia por violencia doméstica interpuesta por su esposa.
Aguilar, conocido en círculos judiciales por su cercanía al gobierno de Chaves y supuestamente filtrar información de la fiscalía al régimen chavista, asegura que todo fue un “malentendido”. Según su propia versión (que parece más un guion mal escrito), él regresaba el domingo de la casa de su hermano —lo que de inmediato despierta preguntas sobre si andaba entregando informes de casos donde Chaves es imputado— y “casualmente” pasó frente a la casa de su esposa, con quien enfrenta un proceso de divorcio.
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En ese momento, vio un carro que, según él, pertenece a la actual pareja de su esposa, y decidió convertirse en paparazzi amateur tomando fotos y videos como supuesta prueba de infidelidad. Acto seguido, en una maniobra repugnante, le envió las imágenes a su hijo de 15 años, acompañadas de un mensaje manipulador donde se presenta como la víctima incomprendida y el mejor papá del mundo.
La joya de la corona llega cuando el propio Aguilar afirma que su esposa malinterpretó el gesto y lo consideró un acto de violencia, pero insiste en que él jamás ha levantado la mano contra una mujer y, fiel al manual de acosadores seriales, saca la carta comodín: “Yo tengo una hija”.
Para rematar, Aguilar presume de su “intachable” trayectoria como fiscal jefe en un despacho que conocía casos de violencia contra las mujeres, como si eso lo absolviera de cualquier señalamiento. ¿La cereza en el pastel? Un pantallazo donde su esposa le dice que lo verá en tribunales y le recuerda cuánto le encanta figurar en televisión.
En su video, Aguilar cierra con un clásico: se dice acosado por la propia fiscalía por la rapidez con que tramitaron el caso, convirtiéndose así en la primera víctima oficial de la justicia exprés.
Más allá de las lágrimas ensayadas y el guion mal construido, lo que queda claro es el patrón de manipulación, el uso indebido de su hijo menor, la doble moral de un fiscal que persigue delitos digitales mientras espía a su expareja, y la evidente intención de lavarse la cara pública a costa de la verdad.
En Radio Zurqui, seguiremos de cerca este show judicial, porque si algo nos queda claro, es que personajes como Esteban Aguilar lejos de honrar su cargo, lo usa como escudo.