De nada sirvió ser “amigo personal” de la embajadora de USA
El presidente de Costa Rica no fue invitado a la investidura de Donald Trump
Rodrigo Chaves, el autoproclamado líder de la “nueva política” costarricense y supuesto gran aliado de Estados Unidos, no fue invitado a la investidura presidencial de Donald Trump. En su lugar, será la embajadora de Costa Rica en Washington quien representará al país.
Aunque la tradición diplomática indica que los embajadores son los encargados de representar a sus naciones en estos eventos, Trump decidió romper el protocolo y seleccionar personalmente a los mandatarios que considera sus “amigos”. Entre ellos, destacan Nayib Bukele de El Salvador, Javier Milei de Argentina y hasta el presidente electo de Venezuela, Edmundo González. Sin embargo, a Chaves no lo llamaron ni para la foto.
Ni favores ni amistades fueron suficientes
Rodrigo Chaves ha tratado de congraciarse con Washington en más de una ocasión. Desde pretender servir en bandeja de plata la infraestructura 5G a empresas estadounidenses, hasta bautizar la rotonda de Hatillo con el nombre del padre de la embajadora de EE.UU. en Costa Rica, a quien calificó de su “amiga personal“. Pero ni los gestos de sumisión ni los halagos lograron un asiento en el evento.
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En contraste, Trump sí extendió la invitación a líderes como el húngaro Viktor Orbán y la italiana Giorgia Meloni, además de magnates tecnológicos como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos. Todos ellos tendrán un asiento en la ceremonia, mientras Chaves tendrá que verla por televisión como cualquier mortal.
¿Falta de confianza o algo más?
La exclusión de Chaves del evento no pasó desapercibida. Si Trump eligió cuidadosamente a los presidentes que considera aliados, la pregunta obligatoria es: ¿Estados Unidos no confía en Chaves? Sus vínculos con ciertos sectores cuestionables, sus ataques a la prensa y su peculiar estilo de gobernar parecen no haber convencido a la administración republicana.
Mientras algunos líderes latinoamericanos son bienvenidos a la nueva era trumpista, el presidente costarricense sigue acumulando rechazos en la arena internacional. Quizá es momento de aceptar que ni en Washington ni en otras partes del mundo lo ven como el “líder fuerte” que él insiste en ser.