Japdeva: Reflexiones desde el dragado

Por: Nácar Del Caribe*

El Caribe reclama justicia histórica tras el desmantelamiento de Japdeva

El 5 de diciembre de 2024, observar la maquinaria de Japdeva realizando el dragado de emergencia en el atracadero del ferry en Barrio El Carmen, Puntarenas, me llevó a reflexionar profundamente. La escena, aunque positiva en su objetivo inmediato, fue un eco de una época en la que Japdeva era un pilar indiscutible de la infraestructura nacional, una institución con recursos suficientes para responder a las necesidades tanto del Caribe como del resto del país.

Hoy, esa misma maquinaria que trabaja en coordinación con el MOPT e INCOP no representa ni una décima parte de lo que fue. Es una imagen que, lejos de enorgullecer, invita a cuestionar cómo llegamos a este punto. El desmantelamiento paulatino de Japdeva ha reducido su capacidad operativa, transformando a un gigante logístico en un actor limitado.

Ver a Japdeva actuar en Puntarenas es un recordatorio de su relevancia histórica y del impacto que sus capacidades tuvieron en momentos críticos, como el terremoto de 1991 en Limón o las frecuentes inundaciones en el Caribe. Sin embargo, también resalta lo que se ha perdido: una institución que no solo servía a los puertos, sino que mantenía caminos, limpiaba canales y respondía ante emergencias nacionales.

Japdeva (Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica) ha sido más que una institución económica: ha sido un pilar social, un aliado en las crisis y una fuerza que durante décadas sostuvo al Caribe Costarricense en los momentos más difíciles. Desde sus puertos en Limón y Moín, Japdeva no solo movió mercancías, sino también esperanzas y soluciones para una región que siempre ha estado expuesta a los embates de la naturaleza y las decisiones políticas.

Cuando el terremoto de Limón sacudió la provincia en 1991, Japdeva no fue indiferente. En medio de la devastación, actuó como un verdadero puente para la recuperación, movilizando maquinaria, recursos y personal para despejar caminos, reparar daños y brindar apoyo logístico a las comunidades afectadas. En una región donde las emergencias suelen ser recurrentes, la institución se convirtió en un actor clave para responder ante la adversidad, ofreciendo no solo ayuda inmediata, sino también la capacidad de reconstruir lo perdido.

De igual forma, durante las históricas inundaciones que han marcado al Caribe, Japdeva estuvo presente limpiando los canales que permitían el flujo de agua y evitando desastres mayores. Su maquinaria y su personal eran la primera línea de defensa cuando el agua amenazaba con cortar caminos, destruir viviendas y aislar comunidades enteras. Su colaboración con las municipalidades no solo mantenía transitables los caminos, sino que aseguraba que el Caribe tuviera acceso al resto del país en momentos críticos.

Pero el desmantelamiento de Japdeva ha sido devastador. La maquinaria que alguna vez sirvió para atender emergencias y mantener viva la conexión del Caribe con el país ahora es un recuerdo lejano. La Ruta 32, los canales y los caminos secundarios que dependían de su apoyo están cada vez más descuidados, mientras las comunidades lidian con un abandono palpable. Las decisiones políticas y los intereses económicos, tanto nacionales como internacionales, han fragmentado una estructura que, aunque imperfecta, representaba un eje vital para la región.

Japdeva fue más que puertos; fue solidaridad, respuesta y desarrollo. En el terremoto, en las inundaciones y en las luchas diarias por una mejor calidad de vida de Limón, fue prueba de que el Caribe no solo mueve al país, sino que lo sostiene. Sin embargo, en las últimas décadas, la provincia ha sido testigo de cómo la privatización y el desinterés han despojado a Japdeva de su capacidad de servicio, dejando a Limón y su gente expuestos a los embates de la naturaleza y del olvido.

La historia de Japdeva no debe ser vista como un capítulo cerrado, sino como un llamado urgente a replantear el desarrollo de una región que merece ser protagonista en las decisiones nacionales. Es tiempo de recordarle al país que el Caribe debe recibir la justicia histórica que reclama: que su esfuerzo, resiliencia y riqueza sean reconocidos y retribuidos.

«Si alguna vez cruzas los caminos que conducen al Caribe o navegas sus canales, recuerda quién los construyó.
Recuerda aquellas manos mojadas por la lluvia, que daban la mano con esperanza.
Pregúntate: ¿cómo fue enfrentar los ríos y la tierra temblorosa y quiénes dieron todo por proteger esta región?
El agua se movía y con ella los sedimentos que dificultan el paso por los canales.
Pero más allá del dragado que se hacía, el verdadero sedimento del recuerdo quedó en nuestra memoria colectiva.
¿Cómo dejamos que se hundiera lo que una vez nos sostuvo


*Destilo de lo invisible la ironía y la perla, pues siempre esconden secretos.

Loading

Deja Tu Comentario
Comparte en Tus Redes Sociales Favoritas