Bolivia le da una lección a las encuestas: Rodrigo Paz rompe los pronósticos y gana la presidencia

A tres meses de las elecciones ticas, el caso boliviano recuerda que las encuestas no eligen presidentes: las decisiones ciudadanas sí.

Encuestas que fallaron dos veces

Bolivia acaba de escribir un capítulo que debería quedar grabado en la memoria política de América Latina. Rodrigo Paz Pereira, quien hasta hace apenas semanas no figuraba entre los favoritos en las encuestas, se convirtió este domingo 19 de octubre en presidente electo al ganar la segunda vuelta con un contundente 54,6 % de los votos frente al 45,4 % de Jorge “Tuto” Quiroga.

El dato que estremece no es solo el resultado, sino el camino que llevó hasta él.

Antes de la primera vuelta, celebrada el 17 de agosto, todas las encuestas coincidían en que Paz era un actor secundario. Algunas lo ubicaban en apenas 3 %, y las más optimistas no le daban más de 9 % de intención de voto. Los favoritos eran Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga, ambos por encima del 18 %.

La sorpresa llegó cuando el conteo oficial dio a Paz como ganador con 32,15 %, muy por encima de los pronósticos. Fue el primer golpe a la industria de la demoscopía.

Pero el segundo golpe fue aún más contundente. En la antesala de la segunda ronda, todas las mediciones daban como favorito a Quiroga con ventajas de entre 4 y 8 puntos. Ipsos Ciesmori, por ejemplo, proyectaba 47 % para Quiroga frente a 39 % para Paz. Sin embargo, el resultado final invirtió por completo el escenario: Paz superó a su rival por más de 9 puntos, un vuelco de más de 17 puntos porcentuales respecto a las proyecciones.

Del anonimato al poder: un fenómeno político

Rodrigo Paz no solo ganó una elección: desmontó, con hechos, la confianza ciega en las encuestas. Pasó de ser considerado irrelevante a encabezar la primera ronda, y de estar abajo por 8 puntos a imponerse con más de 9 de diferencia en la segunda.

¿Qué explica un fenómeno así? Los analistas apuntan a una mezcla de factores: voto oculto, indecisos que decidieron a último momento, voto castigo contra el Movimiento al Socialismo (MAS) tras casi dos décadas en el poder, y una narrativa de cambio que supo conectar con un electorado cansado.

Más allá de las razones, el mensaje es claro: las encuestas miden una foto del momento, no escriben el final de la historia.
Una advertencia para Costa Rica

A tres meses de las elecciones presidenciales en Costa Rica, el caso boliviano debería servir de recordatorio para quienes hoy se dan por ganadores porque encabezan encuestas.

La historia reciente muestra que las urnas tienen la última palabra y que, muchas veces, el veredicto contradice a los sondeos. Así pasó en Bolivia en 2025, pero también en Costa Rica en 2018, cuando Fabricio Alvarado lideraba ampliamente todas las encuestas y terminó perdiendo ante Carlos Alvarado, y en 2022, cuando José María Figueres encabezó todas las mediciones y fue derrotado por Rodrigo Chaves.

Las elecciones no se ganan con porcentajes publicados en titulares, se ganan con propuestas, con conexión real con la ciudadanía y con la movilización efectiva el día de las urnas.
Tres lecciones recientes sobre el fracaso de las encuestas
  • 🇧🇴 Bolivia 2025: Rodrigo Paz pasó del 3 % en encuestas al 32 % en la primera ronda y ganó la presidencia con 54,6 %.

  • 🇨🇷 Costa Rica 2022: José María Figueres lideró todas las encuestas, pero perdió ante Rodrigo Chaves.

  • 🇨🇷 Costa Rica 2018: Fabricio Alvarado era el favorito absoluto, pero fue derrotado en segunda ronda por Carlos Alvarado.

Conclusión editorial

Bolivia acaba de recordarle al continente que la democracia no se mide con encuestas. Los porcentajes cambian, los titulares se esfuman y los márgenes de error se olvidan, pero el voto ciudadano sigue siendo soberano.

A quienes hoy se sienten ganadores en Costa Rica porque las encuestas los favorecen, esta elección les deja una lección clara: nada está decidido hasta que se cuentan los votos. Y muchas veces, quien parecía destinado a perder… termina ganando.


 

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