González abandona al PLN y corre a las filas de un proyecto cuestionado por clientelismo y vínculos turbios
El alcalde de San Carlos, Juan Diego González Picado, elegido democráticamente bajo las siglas del Partido Liberación Nacional (PLN), oficializó su adhesión al bloque político que encabeza el presidente Rodrigo Chaves, después de haber sido públicamente criticado, ridiculizado y hasta llamado “alcalde chicharrón” por el propio mandatario.
La decisión del jerarca sancarleño no solo evidencia un grotesco acto de transfuguismo político, sino que lo posiciona como una figura sumisa a los intereses del Ejecutivo, al punto de incorporarse a un movimiento que ha sido señalado por su clientelismo, manipulación institucional y por la presencia de figuras con vínculos directos con casos de corrupción, crimen organizado y estructuras cercanas al narcotráfico.
De ser el “alcalde chicharrón” de Chaves a su nuevo seguidor obediente
En los últimos años, González ha protagonizado choques públicos con el presidente Chaves. El mandatario llegó incluso a burlarse del alcalde en conferencias de prensa, cuestionando su liderazgo y ridiculizando la forma en que administra el cantón de San Carlos.
A pesar de ello —o quizá por ello—, el alcalde decidió ahora ponerse al servicio del mismo gobierno que lo humilló, demostrando una alarmante ausencia de coherencia, dignidad política e independencia como autoridad local.
Esta adhesión llega justo después de que el alcalde rompiera con la candidatura de Álvaro Ramos, utilizando como excusa el tema de la minería en Crucitas. Sin embargo, las palabras del propio Ramos —quien denunció que González le pidió no visitar el cantón “por temor a que el Gobierno no le diera recursos”— dejan ver un patrón preocupante: el alcalde actúa por conveniencia, no por principios.
Un político electo democráticamente que ahora se entrega a un proyecto señalado por irregularidades
González llegó al poder con un partido histórico, democrático y con estructuras consolidadas. Pero hoy, sorpresivamente, renuncia al PLN para unirse a un proyecto político rodeado de cuestionamientos, conformado por figuras investigadas, dirigentes vinculados al narcotráfico, operadores que responden a intereses privados, y que ha protagonizado algunos de los episodios más oscuros de la política reciente.
Su nuevo refugio político —el movimiento que apoya a Laura Fernández— no solo está alineado con el chavismo costarricense, sino que ha sido denunciado por su relación con financistas polémicos, operadores de dudosa procedencia y decisiones gubernamentales que han erosionado la institucionalidad democrática.
Sancarleños traicionados: un alcalde que dio la espalda a sus votantes
La ciudadanía de San Carlos votó por un alcalde liberacionista, con una plataforma partidaria clara y con compromisos asumidos desde la institucionalidad. Lo que recibe hoy es una figura que se acomoda al mejor postor político, traicionando la confianza de miles de electores que jamás dieron su voto para impulsarlo hacia el chavismo.
El paso de González hacia las filas chavistas lo perfila como un instrumento del gobierno y sus operadores, debilitando su legitimidad como autoridad local y generando dudas sobre el uso de recursos públicos y la verdadera motivación detrás de su repentino cambio de alineamiento político.
Conclusión: San Carlos merece liderazgo, no servilismo político
La adhesión del alcalde Juan Diego González al chavismo costarricense no solo es un retroceso para la autonomía municipal, sino una señal preocupante de cómo la presión del Ejecutivo, los intereses privados y el clientelismo pueden capturar a figuras elegidas popularmente.
San Carlos no merece un alcalde arrodillado ante el poder, que abandona su partido y su palabra para refugiarse en un proyecto político plagado de dudas, influencias oscuras y vínculos peligrosos.
Costa Rica ya ha visto suficientes ejemplos de este tipo de políticos: los que cambian de camiseta según los favores que esperan recibir.
