El candidato de Costa Rica Primero alerta sobre el deterioro institucional y llama a recuperar la responsabilidad ciudadana
El populismo, la democracia, la institucionalidad y el riesgo autoritario son las palabras clave que enmarcan el análisis publicado por Douglas Camaño, candidato presidencial de Costa Rica Primero, quien lanzó un mensaje contundente sobre el impacto destructivo del populismo en las democracias modernas y, particularmente, en el contexto costarricense.
En su reflexión, Camaño denuncia cómo el populismo —convertido en estilo de gobierno en varias regiones de América Latina y hoy con manifestaciones claras en Costa Rica— erosiona la confianza en las instituciones, promueve la polarización y sustituye la responsabilidad política por el espectáculo. Para el candidato, este fenómeno no solo manipula el descontento ciudadano, sino que lo utiliza como herramienta para justificar abusos de poder, eliminar contrapesos y dividir al país entre supuestos “buenos” y “malos”.
Un fenómeno que aprovecha el desencanto, pero no ofrece soluciones reales
Camaño explica que el populismo se alimenta de la frustración social, pero no para resolverla, sino para explotarla.
Lejos de construir, genera excusas y simplificaciones que evaden la complejidad del Estado y del proceso democrático.
“Cuando la política deja de ser un espacio de construcción colectiva, se convierte en un terreno de confrontación permanente”, advierte.
Esta confrontación, dice Camaño, abre la puerta a la narración falsa de que la democracia es el problema, cuando en realidad lo es la degradación del liderazgo y el abandono de la responsabilidad pública.
Costa Rica frente al riesgo del populismo
Para el aspirante de Costa Rica Primero, el populismo ha encontrado en el país un terreno fértil producto del desgaste de la clase política tradicional, pero ha sido especialmente peligroso porque lo hace desde una aparente defensa del “pueblo”, mientras socava los pilares del Estado de derecho.
Según su análisis, el populismo normaliza el irrespeto, debilita la verdad, promueve la desinformación y convierte la crítica en enemistad, erosionando así la capacidad del país para tomar decisiones informadas.
Cuando el control institucional es etiquetado como “obstáculo” y el adversario político como “enemigo del pueblo”, explica Camaño, la democracia pierde su esencia: el debate con reglas, la alternancia, el diálogo y la protección de los derechos fundamentales.
La ciudadanía: clave para frenar la degradación democrática
En su llamado, Camaño no solo señala los riesgos; también subraya el rol indispensable de la ciudadanía.
“La democracia no se sostiene sola: exige ciudadanos vigilantes, informados y dispuestos a enfrentarse a la realidad con responsabilidad”, sostiene.
Votar desde la rabia, justificar abusos o ignorar las señales de alerta, advierte, solo acelera el deterioro institucional. La estabilidad democrática depende de una sociedad que no ceda ante narrativas simplistas ni atajos inmediatos, sino que defienda la legalidad, la transparencia y la convivencia.
Un llamado a reconstruir la confianza democrática
Douglas Camaño afirma que Costa Rica tiene futuro, pero solo si rechaza las soluciones fáciles y el discurso divisionista.
Recuperar la democracia requiere:
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Restaurar la confianza en las instituciones
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Defender el Estado de derecho
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Rechazar la manipulación del descontento
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Recuperar la verdad y la responsabilidad política
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Impulsar un liderazgo ético y transparente












