Una mujer no siempre representa a las mujeres
Por Sofia Castro Aragón
En tiempos donde las campañas políticas apelan cada vez más a la imagen y al símbolo, es urgente recordar algo fundamental: que una mujer llegue al poder no siempre significa un triunfo para las mujeres.
Costa Rica ha vivido importantes avances en derechos humanos y participación política de las mujeres.
Sin embargo, no toda candidatura femenina significa un paso adelante.
Hoy, frente a la posibilidad de que una mujer cercana al actual gobierno llegue a la presidencia, surge una pregunta legítima:
¿Nos representa o simplemente continúa el mismo modelo político que ha retrocedido en materia de género?
El gobierno de Rodrigo Chaves Robles ha sido señalado por acciones contrarias a los derechos de las mujeres.
Entre ellas:
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Desmantelamiento institucional y discursivo de las políticas de igualdad, con ataques constantes al Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) y a organizaciones feministas.
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Restricciones a la norma técnica del aborto terapéutico, reduciendo su aplicación a los casos más extremos y dejando sin acceso efectivo a miles de mujeres que enfrentan embarazos de riesgo.
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Aumento de los femicidios, con cifras que superan años anteriores y una respuesta estatal débil en materia de prevención y justicia.
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Normalización de la violencia simbólica, a través de un discurso presidencial cargado de burla y desprecio hacia mujeres periodistas, funcionarias y activistas.
Frente a este panorama, la candidatura de una mujer vinculada o aliada a este proyecto no puede presentarse como una ruptura, sino como una continuidad de una administración que ha vulnerado los derechos conquistados por las costarricenses.
Sororidad es acción, no apariencia
La sororidad no se trata de apoyar ciegamente a toda mujer por su género, sino de construir redes de solidaridad que impulsen los derechos de todas.
Por eso, el simple hecho de que una candidata sea mujer no la hace automáticamente feminista ni garante de equidad.
Una mujer en el poder que perpetúe políticas excluyentes, discursos violentos o alianzas con sectores que niegan derechos, no nos representa.
Ser mujer no basta: hay que tener compromiso político con las mujeres.
Tres claves para saber si una candidata nos representa
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Ruptura real con la continuidad del modelo actual.
No basta con prometer cambio: debe demostrarlo en su historial, su equipo y sus alianzas. -
Propuestas concretas para nosotras.
Políticas de prevención de la violencia, autonomía económica, igualdad salarial, educación sexual integral y salud reproductiva efectiva. -
Coherencia y rendición de cuentas.
Las mujeres tenemos derecho a exigirle a quien aspire a representarnos claridad, transparencia y compromiso con la igualdad de género.
Nuestra lucha no es simbólica, es estructural
Las mujeres costarricenses hemos conquistado el voto, la educación, la paridad política y leyes de protección frente a la violencia.
Cada logro fue producto de marchas, huelgas, denuncias y resistencia colectiva.
No podemos permitir que esas conquistas se diluyan bajo un discurso de “representación femenina” vacío.
Queremos más que símbolos: queremos políticas públicas que cambien vidas, justicia con perspectiva de género y gobiernos que escuchen las voces de las mujeres, no que las utilicen.
Ser mujer no es suficiente para merecer el voto de las mujeres.
Nuestra confianza se gana con hechos, con políticas, con sororidad activa y con la convicción de que ningún poder vale más que los derechos humanos de todas.











